Amamantar un bebé

Desde los primeros días de mi hijo, sabía que quería amamantar. Era importante para mí proporcionarle la leche materna, pero también quería la experiencia de la cercanía y la conexión. Aquí te cuento más sobre lo que aprendí de amamantar.

Lo que aprendí de amamantar 

Aprendí mucho en esos dos años, no solo sobre la lactancia, sino también sobre mí misma. Aprendí que la lactancia no es fácil. A pesar de que algunas mujeres tienen éxito sin problemas, para muchas otras, es un proceso de aprendizaje. 

Tuvimos que luchar durante los primeros días para que mi hijo lograra un buen agarre, y tuve que aprender a interpretar sus sonidos para saber si estaba hambriento o si simplemente quería mamar por comodidad. 

Aprendí que la lactancia puede ser dolorosa. Durante los primeros días, sentía que se me estaba arrancando la piel. Luego, cuando mi hijo se puso más fuerte, el dolor cedió un poco, pero aún así sentía pinchazos y ardor cuando mamaba. Aprendí a lidiar con el dolor y a buscar formas de aliviarlo, como aplicar un paño frío después de la sesión de lactancia. 

Aprendí que la lactancia puede ser muy gratificante. Aunque hubo momentos en que me sentía frustrada o triste o incluso un poco solitaria.

Aprendí que no, no todas las mujeres que amamantamos bajamos de peso inmediatamente, o al menos yo no tuve la suerte de amamantar dos meses y regresar al peso soñado, al contrario, amamantar me dio ansiedad, hambre y no cambios en mi peso.

Aprendí que amo a mi hijo por sobre todas las cosas, hasta entregarle una parte de mi todos los días. Que no fui mala madre por no poder amamantar a mi primera hija y, que sin duda alguna y sin importar las circunstancias lo volvería a hacer por las dos. 
Amamantar es una experiencia única y personal, cada mamá la vive diferente y esto está bien. ¿Tú que aprendiste de amamantar? 

Te recomendamos leer: La lactancia materna no es para todas, y eso también está bien