Carta a un padre ausente

Para un padre ausente, sí, uno que nunca se preocupó por conocer, hablar o estar cerca de su hija. Uno que me enseñó sobre fortaleza.

Papá, quiero que sepas que tu ausencia me causó un gran dolor, siempre que veía a mis primos, amigos o conocidos con sus papás sentía un vacío dentro del alma y me dolía el corazón. Sí, un dolor único, de esos que te oprimen el pecho y te hacen llorar.

Conforme crecí, entendí que el abandonarme fue tu decisión y que la culpa nunca fue mía. Aún me cuesta entender por qué nunca sentiste interés por conocerme, por saber cómo era o cómo me iba en la escuela. Han pasado 30 años y si en algún momento me buscas, créeme que te escucharé porque tener un padre ausente me enseñó a ser empática.

Recuerdo que mi capacidad de adaptación se puso a prueba en los festivales escolares, en el Día del Padre, ver cómo otros convivían con sus papás fue incómodo, difícil y triste, pero conforme pasaron los años, mi mente y mi corazón se iban haciendo cada vez más resistentes. Poco a poco, me adapté y normalice no tener un papá presente. Tu ausencia me dolió, me marcó y me enseñó que uno sobrevive a ese tipo de situaciones.  

Ahora, soy una mamá muy feliz, tengo una gran familia y unos hijos hermosos a los que adoro. Abandonarlos JAMÁS, no me lo imagino y no sería capaz de hacerlo. Gracias por enseñarme que soy fuerte, valiente y única. Sé que si en algún momento, ojalá nunca pase, a mis hijos les falta su padre, soy y seré lo suficientemente fuerte para sacarlos adelante, para brindarles mi cariño, apoyo, confianza y respeto. 

Gracias por enseñarme que el amor, la fuerza y la valentía de una madre no tiene límites.

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