Somos madres, pero también somos hijas de alguien más que puede que ya no esté en nuestras vidas. Les dejamos esta carta para todas aquellas mamás que no celebrarán con sus madres esta Navidad .

Conservaré de ti cada olor y cada sabor. Seré el eco de tu sonrisa y de tus palabras acertadas. Seré quien con mucho amor preserve tus mejores momentos y memorias. No quiero pensar en Navidades futuras, quiero vivir una a una teniéndote en mi corazón, reviviéndote con todo lo que me enseñaste, con todo lo que me diste, que fue tu vida y tu esfuerzo, incluso tu salud. TE AMO con la misma fuerza del último abrazo que nos dimos o aunque ya no te pueda ver, pese al lugar vacío que habrá en la mesa. Y aunque la añoranza se vuelva intensa al pasar de los días, seré tan fuerte como tú lo fuiste, seré tan valiente como me enseñaste.

Esta será una Navidad que no quiero que llegue porque no puedo verme sin ti. Confieso que tengo miedo de lo que sentiré, de las caras tristes que habrá al darnos cuenta de que un espíritu tan brillante como el tuyo está ausente. Me duele pensar que tu sonrisa contagiosa y cálida no será parte de los invitados, que querré abrazarte y no encontraré tus brazos, que querré besar tus mejillas y con un suspiro ahogaré el intento.

Será una Navidad con sabor a jengibre e imposible de que pase desapercibida, pero con bellos recuerdos de toda una vida a tu lado. Sé que mientras yo te ame eternamente estarás presente. Haré que tu presencia sea como la luces en el árbol, que tus palabras se recuerden tanto como el sabor del ponche, que tu humor sea tan esperado como los regalos, que tu sonrisa brille tanto como la gran estrella que se mira a lo lejos en un pino, que tus palabras sean tan especiales como las decoraciones, que tu compañía sea tan suave como un panettone, pero que sé, sobre todo, que haré que el amor que siempre nos diste sea tan codiciable como una espera de 365 días.

Tiene poco que trascendiste a un mejor lugar y sé que eres muy feliz donde estás, y así quiero recordarte cada día: siendo una mujer feliz y un ser humano excepcional. Y no lloro por lamento, por arrepentimiento o por remordimiento, lloro porque me quedé con ganas de amarte más, de seguir conociendo a una mujer maravillosa, porque nos quedaron pendientes más Navidades, lloro porque te fuiste en el momento en que te descubrí como ser humano, en el que te reconocí como mi amiga, como mi compañera, como hogar, como el remanso de paz que me daba la seguridad de que todo estaría bien.

Ahora será Navidad diferente porque parte de mi corazón se fue contigo y parte de mi alegría se fue con el brillo de tus ojos. Pero te prometí que estaría bien,  te dije que podías irte tranquila porque aprendí de ti lo mejor y te dije que no importaban cuántas Navidades e inviernos pasarán sin ti, que yo viviré en tu amor y seré feliz por las dos. Ahora me toca a mí continuar nuestro viaje, ese que comenzamos juntas y del que fuiste la mejor compañía.

Sé que nos volveremos a ver y esta vez será para siempre.

También te puede interesar: Cómo hablar de la muerte con los niños / Cómo superar la muerte de una madre