Relación con mis padres

Ser madre sí te cambia la vida. A mí por ejemplo me permitió comprender, aceptar y enmendar la relación con mis padres.

No creia que mi percepción de la vida cambiara al ser mamá. Siempre que alguien me platicaba sobre la “mágica transformación” que había vivido lo sentía algo exagerado pero vaya sorpresa que me llevé cuando tuve a mi hijo en brazos. 

Sentí que me inyectaron una dosis de amor puro, y no sólo eso, también mi forma de comprender y asimilar la vida cambiaron. Lo que más me sorprendió es que por primera vez pude ponerme en los zapatos de las personas que me dieron la vida, mis padres. 

Entendí que ser madre es una oportunidad para enmendar la relación con mis padres ya que sólo cuando tienes a tu cargo la bella responsabilidad de cuidar, proteger y criar con amor a un bebé, entiendes que en ocasiones no es un rol sencillo de asimilar.

Creció la empatía en mí

Comprendes que al ser mamá hay días que están acompañados de miedo, dudas y estrés. No siempre es sencillo lidiar con todo y a veces sin querer puedes no dar tu mejor cara o reaccionar impulsivamente ante una situación. Y entonces por fin fui empática con mis padres.

La empatía es la capacidad de comprender los sentimientos y emociones de los demás, basada en el reconocimiento del otro como similar. Es una habilidad indispensable para los seres humanos, teniendo en cuenta que toda la vida transcurre en contextos sociales complejos. La naturaleza social hace que el reconocimiento y la comprensión de los estados mentales de los demás, así como la capacidad de compartir esos estados mentales y responder a ellos de modo adecuado, sean tanto o más importantes que la capacidad de comprender y responder adecuadamente a los contextos naturales no sociales, explica una publicación en psicología latinoamericana

Con ello pude asimilar que ser papá o mamá no siempre llega en el momento en que estamos emocionalmente sanos; nos preocupamos por el aspecto económico y de salud pero no hacemos una reflexión profunda sobre qué tipo de mamá o papá queremos ser y qué necesitamos para lograrlo. 

Durante el proceso de educar y guiar a un niño, mamá y papá tendrán la tarea de sanar sus propios traumas de la infancia para brindar un amor en equilibrio y no la proyección de su niño interior herido, explica Sofía Díaz Pizarro, Neurocoach y especialista en Maternidad y Paternidad Consciente. 

Cuando educas a través del amor, no sólo estás criando un ser humano íntegro y con una autoestima sana, también te estás transformando tú. Estás nutriendo a tu propio niño interior, explica la especialista. Esto mismo ocurrió con tus padres y ahora comprendes y aceptas que ellos dieron lo mejor de sí, de acuerdo a su nivel de consciencia. 

Resiliencia y perdón

Ser adulto es una invitación a transformarnos, romper con creencias y ser capaces de superar y perdonar cualquier situación vivida en el pasado, lo cual, aunque a veces parece imposible, sí se puede, o al menos eso sentí más fuertemente al convertirme en mamá ya que quería convertirme en un mejor ser humano, alguien más consciente de mis actos, sentimientos y pensamientos.

Ser mamá me permitió ser aún más resiliente,¿ y qué es esto? La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, explica la American Psychological Association. Por ello es que decidí hacer una reflexión profunda para dejar atrás cualquier sentimiento negativo que tuviera hacia mis padres ya que comprendí con el corazón que al igual que yo son humanos, cometen errores y me dieron lo mejor de ellos tenían para dar en ese entonces.

No me cabe duda que ser madre ha sido una oportunidad para enmendar la relación con mis padres, y esto es apenas el comienzo.

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