Los berrinches son comunes en los peques, pero no tienen que convertirse en un infierno para las mamás. Estas ideas te harán triunfar.

El mes pasado mi hermana y yo fuimos a comer con uno de mis sobrinos. El niño tiene tres años y se comportó ¡como nunca! Comenzó a aventar la comida, a gritar, a llorar, a patalear y yo me quería morir. No sabía si ponerme a llorar con él o escabullirme de la escena.

Cuando me volvió a invitar a salir con el niño a un restaurante, me preparé psicológicamente para otro episodio de terror. Para mi buena suerte nos acompañó Jessica, quien es psicóloga de niños y calmó a mi sobrino en tres segundos. Todos comimos en paz, platicamos y fuimos muy felices.

Al día siguiente le hablé a Jessica y le pedí que me compartiera el secreto para que los berrinches de los peques no nos agarren en curva, así que me compartió los siguientes tips, ¡tomen nota!

Restaurante. Si vas con niños, lo más recomendable es ir a un restaurante que tenga juegos; así ellos podrán divertirse un rato mientras tú platicas con tus amigas. Eso no quiere decir que te desentiendas de tu peque, busca una mesa desde la cual puedas vigilarlo. Si es muy pequeño para irse a los juegos solito llévalo un rato y después dale su juguete favorito para que se entretenga cerca de ti.

Supermercado. Todos tenemos que ir al súper y a veces llevar al peque es sinónimo de un berrinche seguro porque quiere: un dulce, un juguete, más jugos, esas galletas, etcétera. Para evitar esto, lleva tu lista de compras y deja que te ayude a elegir algunos productos. No pierdas tiempo pasando por los pasillos que sabes pueden detonar en un berrinche (huye del departamento de juguetes).

Con la familia. Vas a una comida familiar y tu pequeño se chifla porque sabe que con sus abuelos presentes es: IN TO CA BLE. Lo empiezas a regañar y tu cuñada lo abraza regalándole “un juguetito que tenía por ahí”. De nada sirve que lo eduques toda la semana si sábado y domingo todos lo alcahuetean. Habla con la familia de los límites que trabajas con tu hijo, para que esos momentos no se vuelvan incómodos y tu hijo comprenda que las consecuencia de sus acciones están siempre presentes.

Consultorio. Tu niño está enfermo, lo tienes que llevar al doctor y ya en el consultorio se pone inquieto. Es difícil la situación en el consultorio porque el niño se pone nervioso; tiene miedo de las inyecciones y lo desconocido en general, aunado a que se siente mal. Trata de hablar con él, explícale que están ahí precisamente para que se sienta mejor. Si lo tienen que inyectar, prométele que saliendo lo llevarás a comer lo que más le gusta. Esto no impedirá que llore, pero si que haga un berrinche. 

Viajando. Trata de tener cosas con que distraerlo, ya sea su película favorita en la tableta o crayolas y hojas blancas para que dibuje, incluso sus canciones preferidas sirven para que estas horas no sean pesadas para nadie. 

Si el viaje es en avión procura que tenga los conductos nasales bien destapados para evitar que le duelan los oídos.

Si ves que ninguno de estos consejos te sirve, quizá haya que prestar atención a otra cosa, estrés postraumático por Covid u otras.