Cada día escuchamos de diferentes técnicas de crianza que no cocemos, algunas resultan más interesantes que otras, pero también algunas nos funcionan mejor, y una de ellas es la técnica del sándwich.

Probablemente sea un término con el que no estemos familiarizadas del todo o tal vez lo hayamos escuchado por ahí, por si sí, o por si no, te vamos a platicar acerca de esta “técnica” lo cual no es otra cosa que decir algo malo o negativo de tal manera que nuestros hijos generen una reacción contraria que vaya ligada a un cambio o propuesta; para que se entienda un poquito mejor es fomentar una actitud responsable para buscar cambios.

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Este proceso es muy útil para cambiar conductas de ambos lados; siempre hay una solución. Así que cuando estés por pegar un grito, regaño o castigo, recuerda que hay más de una opción y esta es una de las más simples y efectivas.

Imagina un sándwich y los componentes más simples, un pan, un jamoncito y otro pan; bueno, esto funciona prácticamente de la misma manera: aspecto positivo/refuerzo -> aspecto negativo o bien que puede ser susceptible a un cambio y nuevamente la parte positiva. Es decir, la obtención de un mecanismo de amortiguación con la recepción de actitudes a la defensiva si estimulamos con algo negativo que podamos expresarle a alguien en su presencia o a ellos tal cual.

¿Qué obtenemos a la hora de emplear esta técnica en los hijos?

Bueno, podemos hablar de dos aspectos interesantes e importantes dentro de la convivencia con nuestros hijos, específicamente hablando de resultados con la “técnica del sándwich”

Recordemos que cuando nos dirigimos a alguien y se arranca la convivencia con algo positivo la recepción de los mensajes es mucho más efectiva. Ya que con esta técnica no vamos a sufrir de una culpa directa y constante cuando “regañemos” a los peques ya que esto puede considerarse una petición para lograr cambios en lugar de una llamada de atención fuerte que a su vez refuerza los lazos entre padres e hijos.

Para que pueda quedar más claro imagina el siguiente escenario: “tu hijo(a) no ha levantado su espacio de juego”, bueno en lugar de gritar o alzar la voz de manera intensa o bien arrancar con un regaño, el proceso es el siguiente:

-“Hijx, te has portado bastante bien en la casa y también has ayudado con las tareas del hogar, a pesar de que hoy no hayas alzado tus juguetes…” 

Así el pequeño entenderá que está haciendo algo bien pero que existen aspectos que debe pulir para lograr una aceptación todavía mayor sin algún compromiso específico, simplemente con tal de sentirse bien en conjunto.

Siempre debemos considerar un plan A, B o C, la violencia y los impulsos no nos van a llevar a ningún lado y es necesario explorar alternativas como esta para una sana convivencia.

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