Mamá que crías a tus hijos sin familia cerca, te entiendo. Yo pensé que cuidar a mi primer hijo sin mi tribu cerca sería una labor sencilla, pero ha sido una prueba desafiante y a la vez de mucho aprendizaje para mi esposo y para mí. 

Después del posparto, y de estar en casa de mis papás, mi esposo y yo partimos hacia nuestro propio hogar.

Los primeros días temía quedarme completamente sola con mi bebé, sentía la necesidad de que alguien “más adulto” me hiciera compañía, pero no había nadie. 

Mi esposo y yo hemos estado cansados, frustrados, estresados, desconcertados, pero hemos dado lo mejor de cada uno. 

Desde mi trinchera, te puedo decir que aprendí a respetar más su manera de ser papá. Dejé de ser demandante, perfeccionista. Comprendí que tanto él como yo estábamos aprendiendo a conocer a nuestro hijo. 

Él me ha enseñado a ser mamá, me ha ayudado a fluir más, preocuparme menos. 

Hemos sido papás más presentes. Algunas veces quisiéramos detener el tiempo, pero cuando eres una mamá que crías a tus hijos sin familia cerca, a veces quisieras acelerar un poquito los días. 

Mi esposo y yo hemos formado un buen equipo, no el mejor, porque seguimos aprendiendo, pero siempre damos nuestro amor a ese pequeño ser humano que nos eligió como padres. 

Extraño a mi familia, y aunque él no me lo diga, sé que también desearía tener cerca a su tribu. 

Siempre se necesitan manos para criar, guiar, jugar, apoyar, sostener, descansar. Cuando crias a tus hijos sin familia cerca, es hermosamente retador. 

Hemos hecho malabares para unir la crianza con el trabajo (via remota), los quehaceres del hogar y la cocina. Nos cansamos y también deseamos tiempo para nosotros mismos.

Y no me malentiendan, AMO ser mamá en compañía de mi esposo. Sólo que a veces es necesaria la ayuda de tu propia tribu cuando crias a tus hijos sin familia cerca.