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Carta de un bebé que despierta a su mamá

Querida mami, sé que desde mi llegada las noches han cambiado bastante. Cada una de ellas se ha tornado más difícil que la otra. Entiendo también que ello afecta incluso tus días.

Te observo y aprecio tu mirada cansada. Por eso me siento afortunado, bendecido.

Es que aún sacrificándote y entregando todo a cambio de nada, noto la felicidad que sientes tan solo por tenerme. Encuentro en tus brazos mi mejor refugio, la verdad de la vida, y del amor. Eres calor y ternura. La alegría por la que mi mundo gira.

Gracias mamita por amarme y dedicarme pacientemente tu tiempo. Por arrullarme con tanta suavidad y dulzura. Te agradezco también por cada “nana” capaz de calmarme por las noches. Incluso por esos bonitos cuentos clásicos, y aquellos en que dejas volar tu imaginación.

Entiendo, mami, el tipo de noches que compartimos desde el día que irrumpí en tu vida. Por ejemplo, ayer me desperté a cada hora pidiendo que me cogieras en brazos. Realmente lo hice porque te necesitaba. Este mundo en el que no siento a cada segundo los latidos de tu corazón me asusta.

Necesito tu protección, contención y cariño. Hay tanta paz, amor y seguridad en tus brazos que no alcanzan las palabras para que lo comprendas. De todos modos, pese a mi insistencia, observé tu comprensivo rostro, resignado, dispuesto a complacerme.

Me brindaste lo más rico y saludable con tu mejor sonrisa: la leche materna. Acaricié tu pecho caliente, me aferré a ti con mis pequeños deditos. Y aunque tus párpados luchaban por cerrarse debido al sueño, no me quitaste la vista de encima. Mirabas fijamente a mis ojos, como viendo un más allá.

Comprendí así lo que es el valor del sacrificio, la entrega, la dedicación. El amor verdadero e incondicional. Yo realmente valoro todo lo que haces por mí cada día. Por eso, te extiendo mi disculpa, explicando que solo precisaba sentir cerca de mí el afecto y el cariño de mi heroína.

Sé que necesitas dormir, ¿pero sabes qué?, no puedo controlar mis fases de sueño ni mis necesidades. Todo responde a cuestiones biológicas. No escuches a quienes afirman con vehemencia que intento manipularte. Necesito seguridad en igual medida que alimento o higiene.

Lo que quiero que sepas de mí en las noches

No, no conozco todavía la importancia y la función de techos y paredes. Para mí, mi refugio son tus brazos. Mi salvación eres tú. Mi mundo, mi alimento y mi vida entera. Y no, desoye a quienes te dicen que es hora de que me haga más independiente.

Pues no dejo de ser un bebé de pocos meses. Ya el tiempo me enseñará sobre la autonomía y la libertad. Y tú estarás a la altura de esas enseñanzas y aprendizajes. Pero déjame ahora disfrutarte, y aprovéchame con todas tus fuerzas. Porque el tiempo pasa rápido y no volverá.

Sí, no niego que te necesito para absolutamente todo. Eres mi bastón, y mi guía. Mi luz y mi camino. Créeme que en verdad preciso que respondas a mi llanto, que no es para nada caprichoso. Gracias por hacerme ese cumplido sin importar la hora que sea.

Con todos estos bonitos gestos de amor me enseñas que el mundo, después de todo, es un lugar confiable. Gracias por darme ese consuelo que tanto requiero por las noches. Olvidas que al otro día tienes que ir a trabajar y los diferentes quehaceres domésticos.

¡Ánimo mami, lo haces muy bien!

Sea como sea, vete tranquila, con la frente en alto, sabiendo que este tiempo es una inversión. A futuro, estos detalles que complican las noches serán solo un recuerdo. Una anécdota pasajera de lo fuerte y valiente que pudiste ser. Porque por cada sinsabor, mil bendiciones maternales vendrán a tu mente.

Mientras tanto, tus abrazos, besos y caricias son todo lo que necesito. Pero, por lo pronto, prometo que una vez que esté preparado, emprenderé mi camino. Y ahí sí, gracias a todo lo que has hecho por mí, la trayectoria será firme y alegre, por todo el amor que recibí de mi persona favorita en el mundo. Te amo con el alma y el corazón, tu bebé.

Paulina

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